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lunes, 29 de julio de 2013

"GUILLERMO ENRIQUE HUDSON, HIJO DILECTO DE QUILMES" DE VIOLETA G. SHINYA



A todos quienes no perdieron de vista su origen,
quienes sienten orgullo de él
y quienes elevan la dignidad de su tierra
El próximo domingo 4 de agosto se cumple el 173º aniversario del nacimiento del escritor quilmeños Guillermo Enrique Hudson. [1] Autor cuya obra no perdió vigencia y es imprescindible para intentar comprender la esencia histórica de gran parte de la Argentina y de los argentinos. EL QUILMERO honra su memoria con un escrito rescatado en la BIBLIOTECA POPULAR PEDRO GOYENA (Chalo Agnelli)
La Biblioteca Pública Municipal Domingo Faustino Sarmiento publicó en la serie de Medallones Biográficos Nº 7, dirigida por el profesor Carlos Guillermo Maier en 1966, el opúsculo “Guillermo Enrique Hudson, hijo dilecto de Quilmes” de Violeta G. Shinya, resultado de la conferencia que esta autora, sobrina nieta de Hudson, pronunció el 9 de setiembre de ese año del Tricentenario de la creación de la Reducción de los Quilmes, que se realizó en la sede de la Biblioteca, calles Mitre y Alem, auspiciada por la Comisión de Cultura de la Municipalidad y la filial Quilmes del Instituto Sarmiento de Sociología e Historia.
SR. PRESIDENTE DEL INSTITUTO SARMIENTINO DE QUILMES 
Es para mi un alto honor pero un compromiso riesgoso venir en esta tarde para hablar con vosotros acerca de uno que he dado en llamar hijo dilecto de esta Quilmes no sólo tricentenaria, sino también tan rica en historia y en hijos que le hacen justi­cia.
Preparando estas cuartillas que hoy os leeré, he debido en pri­mer término recurrir a uno de sus retoños más jóvenes, a la erudición de vuestro presidente, el profesor Lomban [2] para deter­minar con precisión los limites de la Quilmes del ayer.
Es además difícil porque estamos en la semana de Sarmiento por quien tengo desde muy lejos una profunda veneración, a fuer de maestra plasmada en aulas argentinas oficiales en las cuales su nombre fue un símbolo y su ideario una ruta, y egre­sada luego de una facultad donde fue mi maestro aquel que escribiera “El Profeta de la Pampa". [3] 
Todo esto hace, señores, que yo me permita poner este coloquio de hoy bajo los manes de ese Maestro de maestros y de los de Hudson, mi tío abuelo, y a quien le está dedicada la velada.
GUILLERMO ENRIQUE HUDSON: HIJO DILECTO DE QUILMES. 
G. E. Hudson, bautizado William Henry en la Iglesia Meto­dista Americana, nació en esta Quilmes tres veces centenaria un 4 de agosto de 1841, cuando la ciudad aún no habla creci­do y él partido era más dilatado... Además fue - hermoso desti­no - otro hijo de esta pujante ciudad, quien localizara al dar término el primer cuarto de este siglo a los "Veinticinco Ombúes", esos 25 ombúes que al decir de Ezequiel Martínez Estrada [4] signifi­caron el despertar de sus ojos y sus sentidos a las maravillas del mundo exterior.
Quisiera hoy limitar esta exposición a Hudson y su deambular dentro de los limites de aquel Partido de hace más de un siglo; de aquel que extendía sus limites desde el Riachuelo hasta el actual camino Brandsen - La Plata por el sur y desde el Río de la Plata hasta las actuales Llavallol y Empalme San Vicente, por el oeste. Por lo que comprendía: Avellaneda, Lanús, Lo­mas de Zamora, Almirante Brown, Florencio Varela, Ensena­da y Berazategui. [5] 
He de intentar señalar aquello que en su obra destaca las cosas de esta zona que él difícilmente ubica con precisión o enmar­ca geográficamente. Sus limites están dados en otra dimensión, en la de la naturaleza y sus criaturas; el detalle de los pastos; las características de la vegetación, la fauna que la puebla. Esa es su brújula y deberá ser nuestra guía. Puesto que no po­dría pretender aquí y esta noche hacer una biografía de este autor vuestro, pues a los desvelos de Don Fernando Pozzo, [6] de­ben sumarse los eruditos trabajos de otros hijos brillantes de Quilmes, entre quienes deseo nombrar en primer término al Dr. Craviotto [7] a quien llamara un día caluroso de verano y a quien tuve el honor de tener en mi casa cuando - recién designada - y aún sin saber con exactitud cómo transformaría el Solar en Mu­seo ni cómo lograrla reconstruir la estanzuela pues no contaba con la primera partida que luego, por la eficaz intervención del Departamento Museos y el franco apoyo de la Dirección de Cultura que estaba empeñada en agilizar el funcionamiento de los Museos de la Provincia, se le asignara al mismo una pri­mera suma de $ 600.000, entonces digo y a mi requerimiento - se creó la "Asociación de Amigos del Museo y Parque Evocativo G. E. Hudson", creación sin la cual no habría podido rea­lizar lo que ya se ha hecho y hallareis a mano para consultar en las "memorias" que quedan a vuestra disposición.
El Dr. Craviotto, nuestro primer vicepresidente, desdichadamen­te, nos abandonó pronto, demasiado pronto, cuando ya tenía casi terminado un trabajo exhaustivo sobre Hudson; otro quilmeño empeñoso lo acompañó para realizar con prolijidad y pa­ciencia su andar por los archivos provinciales, me refiero a César Barrera Nicholson con quien publicara en 1942 resultados de sumo interés en "Argentina Libre".

Casa reconstruida donde el 4 de agosto de 1841 nació Guillermo Enrique Hudson. Construcción que pertenece actualmente al Parque Ecológico de Florencio Varela.
UNO DE SUS HIJOS DILECTOS 
Procuraré pues hallar para Uds. esa dimensión que él utilizara agudizando sus vivencias con el único auxilio de sus imágenes visuales y auditivas y a las cuales él se refirió así en "Pájaros y Hombres": "...todas y cada una de las cosas que vemos dejan su huella en la mente y pueden ser revividas varios minutos, horas o días después, más las únicas impresiones indelebles son las de las cosas que hemos visto emocionalmente, y continúa más ade­lante, sabemos que igual cosa ocurre con los sonidos: aquellos que escuchamos atentamente, valorándolos o en algún modo con sentimiento, con emoción, perduran en nosotros y pueden ser atraídos al campo de nuestra conciencia para ser escuchadas una y otra vez a voluntad. Un naturalista de campo traviesa quien esté realmente interesado en el lenguaje de los pájaros debería tener tanta riqueza de acopio de esas impresiones, co­mo un músico... Mi propia experiencia lo prueba, un hombre puede desvincularse de la vida de los pájaros que conoce y afincarse en otra región del planeta a miles de millas de dis­tancia pero después de más de un cuarto de siglo, durante el cual ha establecido una estrecha vinculación con otros pájaros totalmente distintos, hallará que las antiguas imágenes sonoras que nunca pudieron reactualizarse con otras nuevas similares resultan imperecederas pues perduran tan claras como en ese ayer." 
Hasta aquí Hudson, y a propósito de esto mismo, nos dice Edward Thomas (1878-1917) en “A literary Pilgrim in England": "Cuando ya habla estado 26 años en Inglaterra, él podía aún ver con los ojos en su mente, doscientos pájaros de el Plata y la Patagonia con tanta exactitud como podía ver un tordo, un es­tornino, un pechito colorado, y podía revivir las voces de 150". Y prosigue afirmando que: "… él es en realidad uno de los pocos escritores que podría ser llamado un hijo de la Naturaleza". Estas citas del propio Hudson y de Thomas que me he permiti­do, justifican, creo, el que haya dicho que Quilmes, la de su nacimiento, puede considerarlo uno de sus hijos dilectos. 
EVOCACIÓN 
Es verdad que el que hoy trajina sus avenidas, se aturde con el "free jazz" o aún aquel, menos apurado que viaja en tren, esos, ya están en otra dimensión y deberán volver la espalda al tecnicismo asombroso, a los rascacielos, al tránsito motori­zado, y sumergirse en lo que aún queda de espacios verdes pa­ra entender a este "abuelo" que tanto amó su terruño. Evocarlo será desde aquí mi intento. Si evocar a ese hombrote de rápidas reacciones y risa pronta con ojos penetrantes y ma­nos grandes y fuertes, acostumbradas a sujetar el caballo ner­vioso, pero que sabían ser suaves, leves si debían restañar la herida del ave o acariciar la cabeza de un niño; al que volvía tierno su mirar agudo cuando contemplaba la belleza de una flor o seguía el inquieto vuelo de un pájaro. A quien amaba cada instante de la vida, sólo por eso, por poder vivirla. Al que hizo que la tónica de su existencia fuera eso: su amor a la vida y a la belleza. A ese que con más de sesenta años comienza su autobiografía y se transporta a estos campos quilmeños desde su reducto londinense del cual ni ve ni oye nada por­que las vivencias de esas imágenes audiovisuales tienen tanta fuerza que pueblan su revivir y así van resurgiendo: la visión de las bandadas de pájaros; de las flores de rutilantes colores; de su muda contemplación de las víboras o de su embeleso por las acacias plateadas de luna o los olorosos montes de paraísos, al llegar el verano. Y esa autobiografía fue el resumen de su existencia vivida con la acuciante urgencia de adorar la natu­raleza, que significó para él más que cualquier religión ortodoxa.
Por eso, no ha mucho, al estarme ahí a la sombra de uno de esos ombúes, mientras el encargado del Solar me decía: "Hay que sacar ese cardal...", lo miré y no supe que contestarle, pues, pensé en:“...esas azules llamaradas de los cardos en flor; ese tajante ruido del chasquido de sus ramas secas, al quebrar­se bajo su cabalgadura; ese estarse, según nos contó Hudson, parado en medio de los cardales, para oírlos crecer, porque sus hojas inmensas se libertan con un brinco de su acalambrada posición, produciendo un sonido crujiente; o en el símil que él mismo utilizara cuando al referirse al otoño nos cuenta que lo escuchaba llegar porque bajo los cielos grises oía día tras día, noche tras noche el paso de las bandadas de golondrinas, de cisnes, de patos salvajes emigrando y le recuerda a la flor del cardo que es aventada y se pierde a la distancia a causa del aún suave soplo del pampero...” ¿Sería justo eliminar total­mente esos cardos?... No sé.
Ya que he hecho referencia al otoño, sigámoslo aún y nos contará que los pastos están llenos de voces extrañas y siente el ruido del viento y mira y escucha cómo todo se adormece y la tierra poco a poco se cubre de es­carcha y el pampero ya no es suave soplo, sino bravo y barre los campos. 
LA PAMPA 
Cómo no considerarlo muy nuestro si desde la Inglaterra de su voluntario exilio fue uno de los primeros en describir al "más gaucho de los deportes de la pampa", el juego del pato. Se puede afirmar que ha sido uno de los máximos sentidores de la pampa por la veracidad de sus descripciones y lo vivaz de sus relatos.
Pasó una infancia feliz, pues sus padres no habrían justificado jamás que se pudiese trabar el corretear curioso de sus hijos, más, sólo éste, bebió y almacenó, para los largos años que ha­bría de vivir, cada sonido, cada grito, cada canto de esa lla­nura que primero avizoró y luego recorrerla con el afán del ar­tista nato o del hombre con una tan fina sensibilidad como no es dado hallar con frecuencia, o del científico en potencia. En efecto, desde ese su hogar en el recorte de una llanura, ahí donde el suelo se empina sobre un suave declive, este niño trajinó su infancia entre árboles, pájaros y animales de la pampa. Y hubo silencio y asombro. Ese niño vivía el maravi­lloso mundo de lo natural. Más tarde hubo acuciante curiosi­dad y comenzó su hablar y andar entre el paisanaje.
Pasaron los años y desde esas tan pintorescas ondulaciones se dirigió con los suyos a las cercanías de Chascomús “Las Acacias", aún sin localizar. Pasada su mocedad y con una seria amenaza por la fiebre reumática, tras terco y lento deambular de obsesiva observación, hubo de alejarse del suelo natal y dirigirse hacia los lares de sus antepasados y en esa Inglaterra, entonces dis­tante, lejana, entre dificultades y profunda melancolía, vivió por y para la magia de la pampa.
Acerca de esto don Jorge Casares, [8] ese argentino ilustre, paciente y prolijo ornitólogo, cuya colección hudsoniana se juz­ga como la más completa del mundo, y que fuera donada el año pasado por su esposa, doña María Inés Nevares de Casa­res, para perpetuar su memoria y así contribuir a cuanto él de­seaba, el mejor conocimiento de la obra de Hudson. Casares dijo: "las descripciones usos y costumbres de las aves argenti­nas, no han sido ni serán superadas; guarda de su infancia y su adolescencia un enorme caudal de sensaciones visuales y auditivas".

RETRATOS 
Hoy, ahora os voy a contar cómo lo retrataron sus sobrinos - mis padres - cuando tras conocerlo en Londres, donde residía con su esposa Emily Wingrave, le escribieron a mi abuela: "Es muy, muy agradable. Se parece mucho a sus fotografías, sólo que se le ve más viejo y más triste; él dice que se conser­va igual. Habla lento y bajo y uno creería que tiene como "fatiga". Mas pienso que es su modalidad. Nos contó que su libro "The Land's End",[9] fue muy bien recibido y que lo que en él dijo acerca del tratamiento cruel hacia los pájaros en Cor­nualles, ha traído como consecuencia una ley - aprobada por el Parlamento -, para que allí se los proteja; y que es la pri­mera vez que un libro ha sido el causante de una ley aprobada por las Cámaras. ¡Imagínate que honor! y sin embargo uno lo ve tan tranquilo, casi humilde..." 
Hasta aquí el relato de su sobrina Laura. Siem­pre refiriéndome al testimonio de mis padres, veamos que dice su sobrino político: "Tenía muy buena figura; era muy alto, quizá un poco encor­vado. No podré nunca olvidar el amor y la ternura que demos­traba por Laura, acaso porque veía en ella a su querida her­mana Mary Ellen"... y continúa "cuando nosotros lo visitába­mos, decidimos hablar siempre en inglés pues Emily, su espo­sa, no entendía el castellano, no obstante, nuestra presencia había reactualizado tanto en el sus años vividos en la Argen­tina que insistía en desterrar el inglés, y un día nos recitó ín­tegro el poema de Domínguez, “¡El ombú! Ninguno sabe...”. [10] Sus ojos cobraban un brillo extraño cuando se refería a lugares y cosas de Buenos Aires y sus observaciones eran tan exactas que llamaban nuestra atención".

Violeta Shinya, niña, junto a sus padres y su abuela, 1912 (Foto de CD Pioneros Nikkei. Centro Cultural Argentino Japonés. Gracila Linari)
ESCRITOR DE DIMEN­SIÓN ARGENTINA 
Señores. Acaso estas simples notas escritas para que una hermana que le era devota supiese de cómo lo habían hallado, puedan darnos un subrayado muy profundo para que se pueda proclamar alto y fuerte: ¡Sí, es innegable, Hudson es escritor de dimen­sión argentina!
Antes de proseguir, quiero aclarar que estas ho­jas que os he leído que naturalmente son de mi pertenencia están escritas en idioma inglés y pertenecen a una carta y a hojas del diario de mi madre, pero han sido traducidas y pu­blicadas primero en "La Prensa" y luego en el libro "Las hue­llas de Guillermo Enrique Hudson", de Masao Tsuda, [11] Presidente de la "Asociación Hudsoniana de Tokio" y ex embaja­dor del Japón en la Argentina, quien es tan ferviente admira­dor del autor que nos ocupa, que durante su gestión diplomá­tica aquí, puso todo el peso de su investidura para lograr aun­que fuese una precaria reparación del Solar Natal y no poco empeño en apurar a las Comisiones de las Legislaturas Nacional y Provincial.
Hudson es escritor de dimensión argentina. Sus obras, su vida, sus sueños nos lo dicen; lo dicen también el canto de las ca­landrias, el grito de los teros, el vuelo de la perdiz; la extra­ña costumbre de los guanacos, la fragancia de los pastos en primavera; el vuelo peculiar de ciertas aves, sus raras y bellí­simas volteretas con ritual de danzas; la fiereza de los mamí­feros para con sus congéneres más débiles; el idioma del pantano, de los sapos... Todo cuanto aún cuando la civilización lo empuje quedará por siempre vivo. Entiendo que esta es la razón suficiente para reafirmar la permanencia del medio am­biente en esa obra donde vuelca sus vivencias. Por eso creo justo el decir que es escritor de dimensión telúrica. Aún en aquellas obras escritas para Inglaterra y acerca de ella, de su propia naturaleza, como por ejemplo “La Vida de un Pastor", [12] encontramos a un personaje protagónico "Caleb", quien al hablar cuenta la propia vida de Hudson y su profunda remem­branza de la tierra. “A muchas millas de donde hoy viejo y endeble se encuentra de espaldas contra la tierra”.
Pero el em­brujo de su pampa surge en toda su fuerza en sus libros nuestros "Días de Ocio en la Patagonia" (“Idle days in Patagonia”, 1893) “Un naturalista en el Plata” (“The Naturalist in La Plata”, en 1892), "El Ombú" (cuentos, 1902), "Tierra Purpúrea" (“The purple land that England lost”, 1885) y "Allá lejos y hace tiempo" (“Far away and long ago”, 1918); surge de ellas su pasión por la pampa salvaje, poblada de rui­dos y silencios y seres.
EL GAUCHO 
En efecto el gaucho ha sido descripto por él acaso de la mejor manera, cuando refiriéndose a si mis­mo en "The Naturalist in La Plata", dice: "… cabalgando, el paisaje fascina; refiriéndome a mi mismo diría que el balan­ceo rítmico, la sensación de vuelo, de fuga actúan sobre mi mente como un estimulo y me resulta incomprensible admitir que se pueda pensar o meditar mejor en reposo que a caballo”. Explica luego este aserto suyo al decir que él se ha criado ahí donde la pampa dilatada hacía que desde la más tierna infan­cia se cabalgase y que el hombre era como un parásito del ca­ballo y sólo (como) jinete tenía el pleno dominio de sus facultades.
A continuación nos hace un breve pero estupendo retrato del po­blador: "… hombre de piernas combas y andar balanceante de palmípedo, pues utiliza la palabra "Waddle"; sus manos siem­pre buscando como tanteando la rienda; sus pies hacia adentro, con el dedo mayor en esa dirección bien marcado, como el pa­to..." y se alza contra la fama de holgazán conque lo adornan los extranjeros que desconocen – dice – “su idiosincrasia", y, continúa: "… a caballo es el más activo entre los hombres e inmenso su aguante ante las privaciones que a otros los llevarían al borde de la desesperación, su largo trajinar por días y sus fiestas de ‘a caballo’, los interminables viajes que realiza sin descansar ni alimentarse, aparecen como milagrosas, para el común de los habitantes de la tierra. Privado de su caballo no puede ha­cer nada sino sentarse en el suelo, cruzado de piernas o en cuclillas, se le han – dice - cortado los pies". Como veis fue un gaucho que entre gauchos vivió. Sólo así pu­do trazar semblanza tan ajustada en contados renglones, en 1892, a casi 20 años de haber realizado ese buceo de sus pla­nicies.
LO AUTÓCTONO 
Al seguirlo en sus obras lo vemos que desanda, tropero y ba­queano, los años de su vida vivida y huele al aire y cuenta las fragancias hasta hacérnosla sentir; y nos hace acortar la respiración, para con él seguir y no interrumpir el vuelo de un colibrí.
Cuando nos cuenta cuánto hay en ese desandar desde la vejez - que odiaba - hasta sus mocedades, encontramos, es verdad que en lengua inglesa, que su narración tiene esa forma tan propia y particular de nuestra gente para captar, sentir y trans­mitir. Es, decía no hace mucho, la misma que hallamos en un Echeverría, un Güiraldes, un Payró, aún cuando ninguno de ellos ha hecho referencia a la Pampa desde igual ángulo, todos tienen el denominador común de lo auténtico, de lo enraizado a la tierra.
Un trabajado artículo de César Goñi, aparecido antes de la publicación de la traducción más limpia que conozco de "Allá lejos" podría ser la afirmación de esto que hoy y hasta aquí he dicho. 
Guillermo Ara ha realizado un exhaustivo estudio sobre Hudson en su trabajo dé tesis intitulado "Guillermo Enrique Hudson (el paisaje pampeano y su expresión)", en él no ha descuidado ángulo ni arista para analizar el contenido, la expre­sión y el alma de sus escritos más en momento alguno se le aparece el autor alejado de lo que tiene dentro de sí: su tierra natal. 
Así mismo, E. Martínez Estrada nos dice refiriéndose al mismo asunto: "… construye con el paisaje, el ambiente, la sociedad, la condición humana; no nombró siquiera uno de los defectos, de los yerros de los mismos, pero se refiere al país en que vio la luz con impresión de apego entrañable, de querencia” y continúa más adelante: "Hudson al ausentarse salvó el recuer­do de belleza innegable. Escribiendo en inglés realizó una obra magnifica que es veraz reflejo de la vida y costumbres de nuestra llanura.” y subraya “… escritor en inglés de origen argentino y conocedor de lo argentino".
EL REGRESO 
[…]  Con testimonios de esta naturaleza, que dan un marcado asentimiento a cuanto hemos dicho, podríamos aún continuar pues­to que constituirían testimonios irrefutables para rubricar esto que hemos dicho y que intituló mi charla de esta noche: "Hijo de Quilmes". Este anciano joven parecía gustar - decía mi madre - el rumor de la lengua natal, de esa región que le dio tan hondas emociones que le hacen sentir que su vida terminó cuando la de­ja... Frente a todo esto yo pienso y creo adivinar la pregunta, y si todo fue así… ¿Por qué no regresó? ¿Cómo no sintió la ne­cesidad del regreso? Y yo me atrevo a decir, que no regresó por miedo al regreso; por el temor de no saber resistir lo que ya no podría hallarse. 
HUDSON Y SARMIENTO 
[…] Me volveré hacia lo que Luis Franco publicase hace ya un decenio, al unir en una colaboración para "La Prensa", estos dos nombres: "Hudson y Sarmiento". Dice de éste: "… enemigo del desierto y del estilo de vida que allí se da, de la travesía y el aislamiento; del ganado puro patas y cuerno,  esto nos lo presentaría – continúa - como el reverso de Hudson”. Mas, Franco nos dice que son dos hombres de un hondo parentesco espiritual pero que por razones diversas mi­ran la misma cosa de ángulos casi opuestos. Sarmiento quiere transformar la pampa en nombre de la vida y la belleza; quiere despertar a la pampa de su sueño horizontal. Hudson en cam­bio, no regresará por miedo a esa pampa que aquel preconi­zara. 
Quizá debamos concluir esta rápida revisión de su temática, que hemos utilizado con la finalidad de demostrar como nunca negó su origen criollo, destacando que son las suyas reaccio­nes de un ser extraordinariamente sensible a todo cuanto se refiere a seres vivientes y con un caudal enorme de ternura que lo hace evocar a su madre como sólo puede hacerlo un hombre de nuestros campos: reverencia y pausa. La honda nostalgia es la que le hace comenzar su descubrimiento al revivir su patria "de espaldas", en alguna herbosa planicie y siguiendo el vue­lo de algún gorrión.
¿Qué dio a Hudson las posibilidades para ser lo que fue? Pues: LA TIERRA, su vehemencia y la EDUCACION, las posibilida­des para su iniciación. Rodeado de un medio duro, primitivo y hasta virgen, pero nacido en un hogar de una clase media culta, halló una biblioteca con varios centenares de libros; la con­junción más acabada entre la observación y la sensibilidad permiten o auspician la perfecta comunión entre la madre y el hijo.
QUERENCIA 
Este criollo de nacimiento y sajón de origen fue un apasionado y un vehemente. ¿No ha predominado entonces la fuerza de la tierra? ¿Lo telúrico? Así vemos cómo se nutrió a causa de una fuerza invisible que manejó su destino desde una fiel adversi­dad hasta conducirlo, no se si a la inmortalidad pero si hacia un destino vertical de bondad y fama.
Creo que es posible afirmar que esta tierra suya desde la hon­dura de su nostalgia le permitió ir descubriendo la Argentina a extranjeros y nativos mientras él la revivía en los años de su plenitud, a la vez que se horripilaba al pensar en una pampa angostada por los alambrados, dibujada por las demarcaciones y con sus canoros pajarillos cazados por inmigrantes, para ser devorados.
Cuando Güiraldes nos relata la tan conocida escena del aguacero sentimos el frío del agua mojando nuestras ropas, pero él nos lleva enseguida a sus personajes. En cambio, tras un "chaparrón" Hudson, nos descubre como reverdecen los cam­pos; cómo los charcos reflejan una brizna de pasto dulzón o recortan en su fondo un trébol en flor y cómo las hojas se em­bebían de dulzura y de que manera habla gozado revolcándose en ese pasto húmedo y perfumado.
Hoy descansan sus restos mortales, tras cientos de vigilias que para él fueron maravilla, en el cementerio de Broadwater en Worthing y es seguro que cuando alguien como hoy el Institu­to Sarmiento, nos convoca para exaltar lo profundo que fue su amor al terruño, a la "querencia", su alma se mecerá junto al verde pino que hay junto a su sitio de reposo eterno y así suspendida entre las ramas y el cielo, sentirá la magia de su pampa y la dicha del canto de la calandria y del vuelo y la diligencia del hornero. (Violeta Shinya)
 Violeta Shinya, pasaporte, 10/7/1939 (Graciela Linari)
Compilación y notas Prof. Chalo Agnelli
Colaboración Cristina Secco
Biblioteca Popular Pedro Goyena, San Luis 948
bibliotecapopularpedrogoyena@yahoo.com.ar
Asociación Historiadores Los Quilmeros

BIBLIOGRAFÍA

Agnelli, Chalo. “Maestros y Escuelas de Quilmes” Ed. Jarmat. Quilmes, 2004.
"Entre Letras y puntos" Suplemento especial de la revista "Palabras con historia" Año 3 - Nº 28 - Agosto, 2010. Graciela Linari, Florencio Varela.
 http://temakel.net/aicmgehudoson.htm

NOTAS



[1] Ver en el Blog EL QUILMERO de agosto 2012 "Guillermo Enrique Hudson 171 años de su nacimiento"
[2] Ver en el Blog EL QUILMERO: “CULTURA, Y MEMORIA – LOS 86 AÑOS DEL HISTORIADOR PROF. JUAN CARLOS LOMBÁN”
[3] De Ricardo Rojas
[4] Ezequiel Martínez Estrada, nació en San José de la Esquina, provincia de Santa Fe, el 14/9/1895, murió en Bahía Blanca el 4/11/1964. Fue escritor, poeta, ensayista, crítico literarios. Recibió dos veces el Premio Nacional de Literatura, en 1933 por su obra poética y en 1937 por el ensayo "Radiografía de la Pampa". Fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) de 1933 a 1934 y de 1942 a 1946. Ver en http://www.ensayistas.org/filosofos/argentina/eme/eme1.htm, "El mundo maravilloso de Guillermo Enrique Hudson".
[5] 1611.- Comienza a denominarse Pago de la Magdalena a la extensión comprendida entre el margen derecho del Riachuelo hacia el sur y sud este, hasta el río Salado y el Pago de la Matanza. Los Pagos eran zonas de población rural compuesta por chacras y estancias a lo largo de los ríos; no constituían un distrito administrativo. [5]
1730.- Se crea oficialmente la Parroquia de Magdalena.
1755.- Se establece definitivamente la Parroquia de la Magdalena.
1780.- El 28 de febrero se crea la Parroquia de Quilmes, separándose de la de Magdalena y se funda San Vicente.
1784.- Se crea la división política y administrativa de la campaña en partidos.
1785.- Quilmes es declarado “partido”, subdividido en 6 cuarteles, ubicándose al pueblo propiamente dicho en el 4° cuartel, limitado entre los arroyos Santo Domingo, Giménez, el Río de la Plata y la Cañada de Gaete. Cuyo primer Alcalde de Hermandad fue Martín Gómez.
1779.- Primera fragmentación de la jurisdicción original del Pago de la Magdalena con la creación de los curatos de San Vicente y el de la Isla (Hoy ciudad de Magdalena)
1828.- Se crean 28 partidos o Juzgados de campaña, entre los que está Quilmes. Los mismos estaban a cargo de un Juez de Paz, ad honores, es decir sin sueldo, con las atribuciones de comandante de milicias, administrador de justicia, presidente de la municipalidad y comisario de policía.
1852.- Formación del partido de Barracas al Sur, hoy Avellaneda. El partido de Quilmes comprendía: Lanús, L. De Zamora, Burzaco, Alte. Brown, Quilmes, F. Varela hasta Cnel. Brandsen, San Vicente y el norte de Ensenada y La Plata. Andrés Baranda es designado juez de paz y presidente de la municipalidad de Quilmes.
1861.- Formación del partido de La Paz, luego: Lomas De Zamora. En 1869, según la Prof. Mercedes Martínez Vázquez, la  extensión en leguas cuadradas de nuestro distrito era de 21,77 leguas, con la escisión de Lomas a nuestro partido se le restan 69, 25 Km. 2.
1873.- Formación del partido de Almirante Guillermo Brown. En 1874, 250.000 inmigrantes arriban a Argentina.
1891.- El 30 de enero de 1891 se crea el Partido de Florencio Varela (Sumándosele nuevas tierras en  1909)
1960.- 4 de noviembre, autonomía de  Berazategui.(de “Maestros Y Escuelas de Quilmes”, Cap. Iº) 
[6] Ver el el Blog EL QUILMERO: “EL DR. FERNANDO POZZO Y LA HISTORIA EN QUILMES -  MEDICO, FUNCIONARIO Y LITERATO, PRECURSOR DEL ACERVO HISTÓRICO
[7] Ver en el Blog EL QUILMERO de junio 2011: “DOCUMENTOS HISTÓRICOS DEL DR. JOSÉ ALCIDES CRAVIOTTO
[8] Traductor del libro de Hudson, “Cardenal. Historia de mi primer pájaro enjaulado” publicado en  la Revista El Hornero, Vol. VII, Nº 1, Pág. 80-85. Órgano de la Sociedad Ornitológica del Plata Buenos Aires  Talleres Gráficos Tomás Palumbo, 1933. 
[9] Publicado en 1908 en Inglaterra. 
[10] Luis L. Domínguez (1819-1898) fue político, poeta, historiador, periodista y diplomático. Nació en Buenos Aires en marzo 1819 y murió en Londres, en 1898. Fue ministro de Hacienda durante la presidencia de Sarmiento. Era hermano de Miguel Cané. Es el autor del poema “El Ombú” compuesto por versos octosílabos en 19 estrofas de 8 versos y una de 4. “¡El Ombú! - Ninguno sabe / En qué tiempo, ni qué mano / En el centro de aquel llano / Su semilla derramó. / Más su tronco tan ñudoso, / Su corteza tan roída / Bien indican que su vida / Cien inviernos resistió.” 
[11] Masao Tsuda, embajador del Japón en Argentina (1954), presidente de la Asociación Hudsoniana de Tokio junto a la Asociación Amigos de Hudson en Argentina realizó gestiones para rescatar la estanzuela “Los 25 ombúes” de los intrusos. En 1957 la provincia de Buenos Aires crea el Museo y Parque Evocativo Guillermo Enrique Hudson por Decreto N° 7.641 con dependencia de la Dirección de Museos, Reservas e Investigaciones Culturales. A partir de 1991 las gestiones de la profesora Violeta Shinya fructifican y se recibe la primera partida de las generosas donaciones gestionadas por Masao Tsuda y el Embajador Yoshio Fujimoto, de distintas empresas y la Asociación de Amigos y lectores de Guillermo E. Hudson del Japón. Se inicia la ampliación de tierras del Museo en dirección al arroyo las Conchitas. En 1996 se obtienen donaciones de organismos internacionales de Japón y de la Fundación Lloyds Bank. 
[12]A sepherd’s life”, publicado en Inglaterra en 1910.