"LA
CULTURA NO ES UNA ACTIVIDAD DEL TIEMPO LIBRE; ES LO QUE NOS HACE LIBRE TODO EL
TIEMPO"
Entrevista a Luisa Etxenike
La escritora
donostiarra Luisa Etxenike señala que "la
relación con el lenguaje es la relación estelar de nuestras vidas y el perder
ese matiz, esa ambición, se convierte en una catástrofe personal y
social".
Ante la
pérdida de riqueza en el lenguaje, advierte: "No es lo mismo poseer 1.000
palabras que 40.000, en ningún orden de la vida, por eso creo que hay
democracias de 1.000 palabras y democracias de 40.000".
Para
Etxenike, "la identidad no es algo que recibimos en serie, como el equipamiento de
los coches. La identidad es algo singular".
Ante la
situación de la creación literaria en Euskadi, dice: "El Instituto Etxepare, una ventana al exterior de la cultura vasca,
necesita revisar y, sobre todo, reforzar su trabajo en la literatura en
castellano".
Luisa Etxenike (Foto:
TEDxAlmendraMedieval)
Luisa Etxenike (San
Sebastián, 1957) es escritora de novelas y relatos, pero también reflexiona
sobre el lenguaje, la realidad política o el porvenir con certera clarividencia
como muestran sus frecuentes artículos en prensa. El próximo 18 de junio
presentará un nuevo libro en San Sebastián, El arte de la pesca,
reescritura de la última parte de su novela Los peces negros, una
especie de 'collage' de cortos en relación con ese texto, que llevará una
ilustración sonora a cargo del compositor Borja de Miguel.
Directora
del festival literario, Un mundo de escritoras, miembro del Consejo
de Redacción de la revista de cultura y pensamiento Grand Place,
el pasado sábado 18 de abril intervino en el evento TEDx Almendra Medieval, en
Vitoria, para hablar sobre ecología lingüística: "Como las selvas
amazónicas, las palabras también se expolian, se violan, se maltratan y hay que
cuidarlas", comentó.
ENTREVISTA
Yo le
llamo ecología lingüística, pero podríamos hablar también de ecología del
pensamiento, de ecología cultural. La reflexión viene de la constatación de la
desertización que avanza en determinados campos que considero fundamentales,
que son el de la cultura, el pensamiento, el arte, la creación intelectual. Y
que tiene que ver también con un empobrecimiento del lenguaje. La relación con
el lenguaje es la relación estelar de nuestras vidas y el perder ese matiz, esa
ambición, se convierte en una catástrofe personal y social. Las Humanidades
están siendo desterradas del sistema educativo y eso tiene consecuencias. Vemos
cómo se ha despertado la conciencia ecológica y la ciudadanía comprende la
pérdida colosal que supone la devastación del Amazonas, del mismo modo, hay
bienes culturales, patrimonio, libros, capacidad de lectura de referencias que
se están perdiendo, que se están devastando por el poco aliento que desde
instancias institucionales se da a la preservación de ese patrimonio.
¿Podemos
decir que esto es premeditado?
No
quiero que mi pensamiento se articule en forma de la polémica o la provocación.
Decir que esto es "premeditado" es un titular fácil. Sinceramente,
creo que lo tenemos que abordar con serenidad. Es verdad que hay una
identificación excesiva de la cultura con el entretenimiento, pero la cultura
no es una actividad del tiempo libre sino lo que nos hace libres todo el
tiempo. Hay una poderosísima industria del entretenimiento y eso nos hace
perder de vista el sentido emancipador, el sentido de crecimiento personal y
social que la cultura, y lo fundamental que es en este sentido la capacidad del
lenguaje. No es lo mismo poseer 1.000 palabras que 40.000, en ningún orden de
la vida. No en la vida del conocimiento íntimo, pero tampoco en la comunicación
social y política, por eso creo que hay democracias de 1.000 palabras y
democracias de 40.000. La cultura está mucho más cerca de la creación artística
que del entretenimiento.
Junto
al empobrecimiento del lenguaje, vivimos también la perversión de los
significados, la invasión de la 'neolengua'.
Es que
al mismo tiempo que hablamos de la falta de siembra en el lenguaje, hay que
citar la manipulación del mismo, acompañado por un conformismo con la ausencia
de matiz, con la brocha gorda, con la perversión de los conceptos. Lo que llamo
las apropiaciones indebidas del lenguaje, que es llamar a las cosas por nombres
que no les corresponde. Todo forma parte del mismo conjunto que nos hace
vulnerables a cualquier tipo de manipulación. Es fundamental tener del otro
lado un receptor que sepa distinguir lo que le cuentan. Y no solo es
responsabilidad de la escuela, también los medios de comunicación que no
informan con el rigor que corresponde, o los discursos públicos que no
preconizan el matiz, el hilar fino en la expresión.
Eres
escritora vasca en castellano, vives junto a la frontera con Francia, cuyo
gobierno te ha reconocido como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras
y tu obra se traduce a esta lengua... ¿Cómo vives el día a día de esta cultura
trilingüe?
Cuando
hablaba de ecología lingüística, hablaba de ecologismo de las lenguas, sin
duda: lo que amenaza a una lengua, amenaza al resto. Creo que es una situación
que se vive en todas partes, aunque bien es verdad que hay sistemas educativos
que lo ven más claro y tratan de combatirlo. Cuando alguien cruza la frontera o
se coloca frente a la ciudadanía francesa en el ámbito que sea, se queda
maravillado ante lo bien que hablan. Está claro que el sistema educativo y el
debate público franceses están más preocupados por la calidad de la lengua que
el que tenemos a este lado de la frontera.
¿Y
en cuanto a la convivencia entre el euskera y el castellano?
A mí
no me importa en que lengua escribe una persona, sino lo que dice. Por tanto,
quienes escribimos en euskera y castellano ya llevamos muchos años de
convivencia, tenemos entre nosotros una relación fluida y natural y no
confundimos la lengua de expresión con las convicciones de cada cual ni con los
respectivos proyectos creativos. Otra cosa es el apoyo institucional, donde
todavía hay trabajo que hacer. Seguimos teniendo instituciones volcadas en
apoyar la creación en euskera más o de manera diferente que la que se hace en
castellano. Y yo sí creo que se debería revisar la discriminación positiva al
euskera. Por ejemplo, hasta años muy recientes, hasta que llegó el gobierno del
lehendakari Patxi López, la edición en castellano no recibía ningún apoyo.
Fueron muchos años de discriminación. Patxi López lo resolvió, pero a mi juicio
todavía falta en las instituciones vascas una convicción más decidida para
considerar que el apoyo a la creación no tiene que tener esa variable
lingüística que deja en un segundo plano la creación literaria en castellano. Y
me refiero, por ejemplo, al Instituto Etxepare, una ventana al exterior de la
cultura vasca, que en su trabajo en la literatura en castellano necesita
revisarse y, sobre todo, reforzarse.
En
más de una ocasión, has reflexionado sobre la relación de Euskadi con España,
¿Cómo entiendes tú esa relación, o la de Cataluña, en estos momentos quizás más
crispada que la vasca?
Lo voy
a decir simplemente: supongo que habrá personas que viven con conflicto el
hecho de ser español o vasco. Pero hay muchas personas, entre las que me
incluyo, que no viven con ningún conflicto el ser vascas y españolas. Es más,
ese vivir sin conflicto les prepara también para ser otras cosas: europeos. No
estamos en
esa polaridad, sino en esa triangulación que es estimulante, necesaria, fundamental. Además, crucemos la frontera, como yo hago constantemente. Y me encuentro a mí alrededor con una mayoría de personas que viven sin conflicto ser vascos y franceses. Y a este lado, ocurre lo mismo: muchísimas personas que viven con alegría, con naturalidad, sin conflicto. Ese vivir así necesita un amparo político, que esté en el discurso público. A veces, la crispación viene de que el debate lo copan quienes viven en ese conflicto. En cualquier caso, creo que en el ámbito de las identidades, mi posición fundamental es que la identidad no es algo que recibimos en serie, como el equipamiento de los coches. La identidad es algo singular. Yo abogo, antes que por ser vasco, español..., por ser yo misma, con los mestizajes que la vida me va proponiendo. Hablaría de la originalidad íntima de la identidad. En ese sentido, sí puedo participar de una identidad común, dinámica, que es la de las convicciones políticas.
esa polaridad, sino en esa triangulación que es estimulante, necesaria, fundamental. Además, crucemos la frontera, como yo hago constantemente. Y me encuentro a mí alrededor con una mayoría de personas que viven sin conflicto ser vascos y franceses. Y a este lado, ocurre lo mismo: muchísimas personas que viven con alegría, con naturalidad, sin conflicto. Ese vivir así necesita un amparo político, que esté en el discurso público. A veces, la crispación viene de que el debate lo copan quienes viven en ese conflicto. En cualquier caso, creo que en el ámbito de las identidades, mi posición fundamental es que la identidad no es algo que recibimos en serie, como el equipamiento de los coches. La identidad es algo singular. Yo abogo, antes que por ser vasco, español..., por ser yo misma, con los mestizajes que la vida me va proponiendo. Hablaría de la originalidad íntima de la identidad. En ese sentido, sí puedo participar de una identidad común, dinámica, que es la de las convicciones políticas.
La
aparición de nuevas fuerzas políticas, ¿nos sitúa ante una nueva era en la que
esas identidades políticas de las que hablas tengan un impulso?
La
crisis económica ha destapado una realidad que estaba tapada por una ilusión de
riqueza que no afectaba a todo el mundo. La crisis nos obliga a replantearnos
muchísimas cosas, como una cierta inercia política que nos hacía entender como
si las cosas funcionaran porque sí. Hay que replantear las convicciones de la
izquierda, de la democracia y la aparición de nuevas fuerzas obliga a
replantear esa inercia en una dinámica. Y todo lo que supone una dinámica es
bueno. Dicho esto, yo no creo que necesitemos líderes o partidos
providenciales, sino que necesitamos regenerar la relación entre la ciudadanía
y la política, desde la convicción de que la política debe estar libre de toda
sospecha. La calidad de la política viene por la monitorización que hace el
ciudadano de la misma en tiempo real. Ha habido una inercia de abandono de esa
capacidad que es al mismo tiempo una responsabilidad de la ciudadanía. Creo que
estamos ante un momento estimulante.
¿Puede
haber un paralelismo con los momentos posteriores a la muerte de Franco?
Yo era
muy joven entonces. Ahora las hemerotecas hablan de líderes políticos, pero yo
me acuerdo de la calle, de la importancia que le dábamos a votar. Había una
comprensión de que la democracia no se hacía de arriba hacia abajo, sino de la
ciudadanía a la clase política. Es necesaria una ciudadanía lúcida,
responsable, que sabe que la calidad de la democracia está en sus manos. Yo
creo que tenemos que recuperar eso, pero para recuperar eso hay que recuperar
lo primero, lo que iniciaba la conversación: una ciudadanía lúcida es una
ciudadanía formada, capaz de hilar fino y sobre todo de leer fino los
discursos.
de Txema García Crespo
@txemagcrespo
Filólogo
de vocación, periodista de oficio.
FUENTE: De http://www.eldiario.es
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