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jueves, 6 de julio de 2017

JOSÉ DE SAN MARTÍN Y LA INDEPENDENCIA ARGENTINA



La Biblioteca Goyena es custodia por estatuto de la "Librería Sanmartiniana". Además es el reservorio del Archivo "Lila A. Giordano de Campelo". Donde hallamos este documentos del Instituto Nacional Sanmartiniano. La Sra. Campelo fue una fervorosa Sanmartiniana miembro fundadora de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Quilmes. Próxima la fecha Patria de nuestra Independencia creemos necesario reproducir estas reveladoras cartas del Libertador a su fiel amigos don Tomás Godoy donde aparece su ideario político.
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Dentro de su afán de la patria liberada y de su concepto terminante acerca de los objetivos de la Revolución, el General don José Francisco de San Martín, a la sazón gobernador intendente de Cuyo, impulsó en forma decidida la formación del Congreso de
Tucumán, en el cual la representación cuyana estaba constituida por fray Justo Santa María de Oro, don Agustín de la Maza, don Francisco Narciso de Laprida, don Juan Martín de Pueyrredón y don Tomás Godoy Cruz, sobre todos, este último. le fue más cercano por amistad y fidelidad.
A Godoy Cruz se dirige el Gobernador In­tendente, para que apremie a los congresales a declarar la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata y cese, de este modo, el equívoco con respecto al rey Fernando VII y la corona de España.
San Martín quiere definiciones claras y concretas, y es así corno,
una vez declarada la independencia el 9 de julio de 1816, emplea en sus proclamas a las tropas y a los pueblos la palabra LIBERTAD como estímulo máximo de la acción concurrente de todos y como base de sus tratativas con los realistas. 
Las cartas transcriptas a continuación son prueba elocuente de la intervención que le cupo a San Martín en tan glorioso hecho histórico y prueba, también, de que al denominársele “Padre de la Patria” no sólo se han tenido en cuenta sus triun­fos militares, sino también toda su acción política del ideario libertador. INSTITUTO NACIONAL SANMARTINIANO, julio de 1960

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Campo de instrucción en Mendoza, 19 de enero de 1816

Señor don Tomás Godoy. 
Mi mejor amigo: 
¡Qué habrá usted dicho de mi silencio a sus repetidas y amables cartas! Pero soy tan disculpable como usted verá en mi corto relato.

Un furioso ataque de sangre y en su consecuencia una extre­mada debilidad me han tenido diecinueve días postrado en cama; los atrasos que encontré después de ellos me hicieron contraerme más y más a su despacho; las atenciones del enemigo y apresto para recibirlo en caso de invasión me obligó a olvidar a mis amigos; todas estas circunstancias reclaman su indulgencia del modo más exigente. 
Cuánto celebré no haya sido exagerado el cuadro que le hice sobre el amable y virtuoso intendente de esa provincia. Amigo mío, crea usted que hay pocos americanos comparables a él.
Nada de particular en este pueblo, la misma tranquilidad que usted dejó, la misma disposición en favor de la causa, y en fin la misma disposición en socorrerla, que nunca se ha manifestado con más entusiasmo que cuando han sabido nuestro contraste en el Perú. 
Diga usted al amigo Aráoz que no deje de avisarme por extraordi­nario todas las incidencias del Perú, igualmente queda usted encar­gado de esta comisión. 
¿Cuándo empiezan ustedes a reunirse? Por lo más sagrado le suplico hagan cuantos esfuerzos quepan en lo humano para asegurar nuestra suerte; todas las provincias están en expectación esperando las decisiones de ese congreso: él solo puede cortar las desavenencias (que según este correo) existen en las corporaciones de Buenos Aires.
No deje usted de repetirme todo aviso que crea útil a esta provincia.
No hay cuidado con el enemigo de Chile; si viene espero tendre­mos un completo día, y ya sabe usted que no soy muy confiado.

A los amigos, el padre Oro, Laprida y Maza un celemín [1]de recuerdos, así como la firme amistad de éste su mejor amigo
Q.B.S.M. [2] 
José de San Martín

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Mendoza, 24 de enero de 1816

Señor don Tomás Godoy. 
Mi amigo y querido paisano: tengo presente su apreciable del 10.

Si los refuerzos acordados en Buenos Aires para el Perú llegan a tiempo, la desgracia puede repararse habiendo juicio. Pezuela es sumamente retobado y necesita el que Rondeau lo pulsee mucho; la
guerra de zapa, es decir, la guerra de seducción, debe emplearse antes de tocar los extremos de una batalla, y en el caso forzoso de ésta, proporcionar el terreno en términos que nuestra caballería tenga toda la ventaja de que es susceptible. 
Veo que sus reflexiones sobre Chile son exactas, pero ¿qué emprende usted con sólo 1500 veteranos que tengo? No hay duda que están en un pie sobresaliente^ pero si aventuramos esta fuerza ¿qué es de la provincia? Yo pienso aumentarla con 1000 hombres y creo lo conseguiré en breve.
Ya escribí a usted el correo pasado, nada tengo que añadir a éste sobre Mendoza, todo está bueno a pesar de que los ánimos se abatieron con las primeras noticias, pero se van reanimando a fuerza de trabajo. 
¿Cuándo se juntan y dan principio a sus sesiones? Yo estoy con el mayor cuidado sobre el resultado del congreso y con más si no hay una unión íntima de opinión.
Los enemigos están todos reunidos en Aconcagua, y según noticias recibidas ayer, haciendo aprestos para pasar; Dios lo haga, pues tal vez de este modo tomaremos a Chile.
Dígame usted algo sobre los diputados llegados, ábrame su opinión sobre los resultados que espera de esa reunión, pues esto me interesa más que todo, como que está ligado al bien general.

Dé usted un millón de afectos al padre Oro, Laprida y Maza, y es muy su amigo, Q. B. S. M. [3] 
José de San Martín

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Señor don Tomás Godoy. 
Mi amigo muy apreciable:
Su comunicación del 24 del pasado llegó a mis manos y fue tanto más satisfactoria, cuanto me anuncia la reunión próxima del congreso; de él esperamos las mejoras que nos son necesarias, y si éste no lo hace, podemos resolvernos a hacer la guerra de gaucho.
Se me acaba de avisar que el correo de ésa sale a las 12, cuando creía no lo hacía hasta mañana, así es que sólo escribo a usted. 
En el caso de nombrar quién deba reemplazar a Rondeau, yo me decido por Belgrano, éste es el más; metódico de los que conozco en nuestra América, lleno de integridad y talento natural; no tendrá los conocimientos de un Moreau o Bonaparte en punto a milicia, pero créame usted que es el mejor que tenemos en América del Sur.
El correo entrante tendrá más tiempo de escribirle su amigo que lo ama de corazón. [4] 
El taíta está completamente bueno.
José de San Martín

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Mendoza, 12 de abril de 1816.

Señor don Tomás Godoy. 
Mi amigo el más apreciable:
Por la patria reclamo toda su indulgencia a mi inexactitud en contestar a sus cartas, pero crea usted que mi amistad en este punto no tiene la menor parte y sí mis ocupaciones. Usted bien sabe que sobre un asunto del mayor interés tengo que atender a la demanda de marido. . . c y a la del esclavo que le pegaron un pesco­zón, etc., etc.
Más que mil victorias he celebrado la mil veces feliz unión de Güemes con Rondeau. Así es que las demostraciones en ésta sobre tan feliz incidente se han celebrado con una salva de veinte caño­nazos, iluminación, repiques y otras mil cosas. 
¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia! No le parece a usted una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al sobe­rano de quien en el día se cree dependemos. ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte, ¿qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo? Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos. Esté usted seguro que nadie nos auxiliará en tal situación, y por otra parte el sistema ganaría un 50 por ciento con tal paso. Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas. Veamos claro, mi amigo; si no se hace, el congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero, es decir, a Fernandito. 
Por lo que veo, Chile no se toma el año entrante, pues para ello se necesita trabajar en los aprestos todo el invierno y no noto se dé principio.
Nada por ésta de particular.
Su viejo muy guapo y cada día más amable, no es por ser su padre y sí porque reúne virtudes muy marcadas es acreedor a la estimación de sus conciudadanos. 
Adiós, mi buen amigo, sea usted tan feliz como lo desea su [5] 
José de San Martín

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Mendoza, 24 de mayo de 1810.

Señor don Tomás Godoy y Cruz. 
Mi amigo y paisano:
Tengo a la vista la de usted del 12 y en su consecuencia he prevenido a Bargas el desarreglo en que se hallan los correos a ésa; éste ha quedado en remediarlo, pero para esto es necesario que se establezca posta de la Rioja a Catamarca y de ésta a Tucumán que no la hay.
Veo lo que usted me dice sobre el punto de la independencia no es soplar y hacer botellas; yo respondo a usted que mil veces me parece más fácil hacerla que el que haya un solo americano que haga una sola.
Ya sabe usted que de muy poco entiendo, pero de política me­nos que de nada, pero como escribo a un amigo de toda mi confianza me aventuraré a esparcir un poco de erudición gabinetina; cuidado, que yo no escribo nada más que para mi amigo.
Si yo fuese diputado me aventuraría a hacer al congreso las siguientes observaciones, para el efecto haría mi introducción de este modo, propio de mis verdaderos sentimientos:

Soberano señor: Un americano republicano por principios e in­clinación, pero que sacrifica estas mismas por el bien de su suelo hace al congreso presente:

Los americanos de las Provincias Unidas no han tenido otro objeto en su revolución que la emancipación del mando del fierro es­pañol, y pertenecer a una nación.

¿Podremos constituirnos República sin una oposición for­mal del Brasil (pues a ia verdad no es muy buena vecina para un país monárquico) sin artes, ciencias, agricultura, población, y con una extensión de tierra que con más propiedad puede llamarse desierto?

¿Si por la maldita educación recibida no repugna a mucha parte de los patriotas un sistema de gobierno puramente popular, persuadiéndose tiene éste una tendencia a destruir nuestra religión?

¿Si en el fermento horrendo de pasiones existentes, choque de partidos indestructibles, y mezquinas rivalidades no solamente provinciales sino de pueblo a pueblo, podemos constituirnos nación?

¿Si los medios violentos a que es preciso recurrir para sal­varnos tendrán o no los resultados que se proponen los buenos ame­ricanos, y si se podrán o no realizar, contrastando el egoísmo de los pudientes? 
Seis años contamos de revolución y los enemigos victoriosos por todos lados nos oprimen: falta de jefes militares, y nuestra desunión son las causales. ¡Y se podrán remediar! 
Puede demostrarse que no podemos hacer una guerra de orden, por más tiempo que el de dos años, por falta de numerario: y si sigue la contienda, no nos resta otro arbitrio que recurrir a la guerra de montonera y en este caso sería hacérnosla a nosotros mismos. 
Ya está decidido el problema de la Inglaterra, nada hay que es­perar de ella.
Ahora bien, ¿cuál es el medio de salvarnos? Yo lo sé, pero el Congreso lo aplicará como tan interesado en el bien de estos pueblos; resta saber, que si los tales medios no se toman en todo este año no encuentro (según mi tosca política) remedio alguno. Se acabó.
Mucho me ha tranquilizado lo que usted me dice acerca de la
probabilidad de la unión del Paraguay y de la Banda Oriental.
Dios lo haga, pero yo apostaría un brazo que no se verifica y aseguro a usted por mi honor, que me alegraría perderlo; el tiempo por testigo. Ya no creo necesaria mi ida a ésa en razón de que Pueyrredón me escribe, me entienda con el director interino en un todo, en el entretanto él regresa. Yo lo celebro mucho pues mi mala salud habría padecido mucho con tal viaje.
He vuelto a emprender la construcción del campo de instruc­ción y voy a extenderlo para tres tantos más que el ya construido: sin este arbitrio no habrá soldados.
Sigue la intranquilidad por ésta, pero el numerario me apura mucho.
Su señor padre está completamente sano y más robusto que nunca, lo mismo le sucede a Molina.
Muchas cosas a los compañeros, quedando como siempre su amigo Q. B. S. M.[6] 
José de San Martín

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Señor don Tomás Godoy.

Mi amigo apreciable: 
El 9 llegamos a ésta, es decir, en compañía de Cruz Vargas y Vera; nuestro viaje bien penoso por los fríos excesivos.
Es increíble lo mortificado que estoy con la demora del Director; la primavera se aproxima y no alcanza el tiempo para lo que hay que hacer.
Ha dado el congreso el golpe magistral con la declaración de la independencia; sólo hubiera deseado que al mismo tiempo hu­biera hecho una pequeña exposición de los justos motivos que tene­mos los americanos para tal proceder; esto nos conciliaría y ganaría muchos afectos en Europa.
En el momento que el Director me despache, volveré a mi ínsula cuyana: la maldita suerte no ha querido el que yo me hallase en mi pueblo para el día de la celebración de la Independencia. Crea usted que hubiera echado la casa por la ventana.
Muchas cosas a los compañeros y el afecto y amistad de éste su mejor amigo [7]

José de San Martín
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 Fragmento de la carta del General don José de San Martín a don Tomás Godoy Cruz. Mendoza 12 de abril de 1816
Compilación y compaginación Chalo Agnelli
Biblioteca Popular Pedro Goyena
Archivo “Lila A. Giordano de Campelo”
NOTAS

[1] El celemín es una medida agraria que se utilizaba en algunas partes de España antes de que fuera obligatorio el Sistema Métrico Decimal.
[2] Autógrafo. MM. Documento número $$$. Conservación regular. DASM tomo V. Pág. 529-530
[3] Autógrafo. MM, Documento número 447. Conservación buena. DASM. tomo V. Pág. (530-531.
[4] Autógrafo. 1VIM. Documento número 488. Conservación buena.' -DASM. tomo V, Pág. 533.                                                             
[5] Autógrafo. MM. Documento número 514. Conservación buena. DASM. Tomo V, Pág. 534-535
[6] Autógrafo. MM. Documento número 562. Conservación buena. DASM. tomo V, Pág. 542-544.
[7] Autógrafo. MM. Documento número 595. Conservación buena. DASM. tomo V, pág. 545.