De “Palabras con historia”
Más de un siglo atrás, un lejano 5 de septiembre de 1908
nace, en lengua italiana la ópera «Aurora» - primera ópera nacional cantada en
el Teatro Colón - el día mismo en que abre sus puertas a la historia el magnífico coliseo argentina.
Prograna de la funcuión inaugural del Teatro Colón
LA BELLA NIÑA Y EL
SEMINARISTA
La pieza
musical interpretada en el acto inaugural del teatro es la respuesta a una
propuesta nacida en 1906, desde el gobierno argentino. Es presidente el cordobés
José Figueroa Alcorta y se le encarga al músico Héctor Panizza, un compositor
y destacado director de orquesta a nivel universal, nacido en Buenos Aires, la
creación de una obra que sirva para exaltar los ideales patrióticos pensando ya
en los festejos a organizar ante la no muy lejana celebración del Centenario de
Mayo.
Tenor Amadeo Bassi, en el rol de Mariano
El argumento
sugerido al músico alude a un hecho dramático acaecido durante los sucesos de
mayo de 1810 y tiene como escenario el Convento de la Compañía de Jesús, en
Córdoba, según lo narra en un relato el escritor local Héctor Cipriano
Quesada.
En el sacro
convento transcurre la historia -
de amor y trágica, como corresponde a toda ópera - entre Aurora, la hija del Gobernador y Jefe
realista en la ciudad mediterránea, Ignacio del Puente, y Mariano, un joven y
fogoso seminarista, patriota y rebelde, activo defensor de la causa
independentista.
Tenor Tita Ruffo, en el rol de Ignacio del Puente
Un escritor
italiano Luigi Illica es el
encargado de volcar la historia en el guión sobre el que se apoyará la música
de Panizza, artista formado en el prestigioso Conservatorio Giuseppe Verdi, de
Milán, ciudad en la que el argentino transcurrió parte de su vida, alternando
con residencias en Buenos Aires, Rosario y Génova.
Siguiendo con
la tradición operística, la obra debía llevar el nombre de la protagonista
femenina y, en este caso, Aurora, nombre de la heroica protagonista significa
también, metafóricamente, la alborada a la que se asoma la independencia
nacional.
Mariano, el
enamorado seminarista, al final del 2o acto y momentos antes del
amanecer, entona un saludo «a la aurora que
surge en el cielo de la Patria...», observa la figura de un «aquila»[1] que planea en lo alto y, en el «azzurro»…[2] la imagina bandera.
El aria
-interpretada en el debut por el tenor italiano Amadeo Bassi- emociona
profundamente a los espectadores que reclaman un bis inmediato, exigencia que
se repite en las sucesivas representaciones posteriores.
El fragmento
musical queda allí señalado como la «Canción a la Bandera», aunque luego, simplemente,
se la conoce como «Aurora».
Cabe señalar,
en el aspecto histórico, algunos errores cronológicos: la acción es ubicada
en un Convento jesuítico en 1810, cuando ya en 1767 los religiosos de la
Compañía de Jesús habían sido expulsados de estas tierras y, mal podría
rendirse homenaje a la Bandera, cuando ésta recién es creada por Belgrano en febrero
de 1812. Sí aparecen, en el desarrollo de la trama, personajes históricos puntuales,
como Santiago de Liniers y Martín Miguel Güemes.
Por aquellos
años la cultura argentina entera se ufanaba de ser europea, por lo que no
causó asombro la adopción para inaugurar un teatro lírico, de una ópera en
italiano, sin el menor atisbo en su melodía de aires criollos, ni siquiera
americanos.
AMANECE LA
TRADUCCIÓN
Promediando
el siglo XX y en reorganización el país tras la Revolución del 4 de junio de
1943, que derroca a Ramón S. Castillo, presidente constitucional, ocupa el
sillón de Rivadavia el general Edelmiro J. Farrell. A su lado, como vicepresidente,
el coronel Juan D. Perón.
Los
principios nacionalistas de las autoridades en ejercicio son, quizás, la
principal razón para encomendar la traducción de aquella obra musical que había
dado origen -más de treinta años antes- a una canción patriótica surgida de un
aria de la ya difundida ópera «Aurora».
Se le
encomienda la tarea a Josué Quesada, letrista hijo de Héctor Cipriano Quesada
autor del relato tomado como inspiración para la obra original y a Ángel
Pettita, compositor y poeta.
El resultado
de la traducción - difícil para sostener la métrica y la melodía - no responde
acertadamente al sentido primario de los versos originales, no obstante lo
cual es presentada oficialmente - también en el Teatro Colón-en la celebración
del 9 de Julio de 1945, con la presencia en la sala del Presidente y el
Vicepresidente de la República.
La nueva
poesía es aprobada por un público exultante y fervoroso, que premia con
aplausos entusiastas el vuelo de aquella águila guerrera, desconocida viajera
de nuestro cielo, que pronto pasa a convertirse, por decreto, en la canción
oficial a interpretar en el momento de izar la Enseña Nacional, en los actos
públicos y en todos los establecimientos escolares del país.
La belleza de
la melodía ha prevalecido y aquellas voces argentinas que compartieron el
feliz advenimiento, a coro, saludan a la aurora que engalana el firmamento,
allá en lo alto.
DE LA PATRIA MÍA
Juan
Sasturain, periodista y escritor argentino analiza el texto y busca explicaciones. Señala que la
canción habla de un “águila guerrera”, ave antidemocrática (si las hay) y
que no existe en el país, como tampoco existe en castellano
una “aurora irradiale”, significando con la
expresión la aureola de rayos del amanecer que, así como ilumina las
cabezas de los santos, ilumina al águila. Desglosa de la misma manera otras expresiones tales1 como “il rostro d’or punta de
freccia appare”[3] y
califica de delirio traducir como “purpurado cuello”
la frase “il teso eolio e forma stelo...» [4] (Página 12 –
10/11/2008)
Alta en el cielo un águila guerrera,
audaz se eleva en vuelo triunfal,
azul un ala del color del cielo,
azul un ala del color del mar.
audaz se eleva en vuelo triunfal,
azul un ala del color del cielo,
azul un ala del color del mar.
Así en la alta aurora irradial,
punta de flecha el áureo rostro imita
y forma estela al purpurado cuello,
el ala es paño, el águila es bandera.
punta de flecha el áureo rostro imita
y forma estela al purpurado cuello,
el ala es paño, el águila es bandera.
Es la bandera de la patria mía
del sol nacida que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mia,
del sol nacida, que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida que me ha dado Dios.
del sol nacida que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mia,
del sol nacida, que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida que me ha dado Dios.
H. Panizza Traducción: H. C. Quesada y A. Pettita
de “Palabras con
historia” Año 16 – N° 185, junio de 2019-08-03
Graciela Linari
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