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jueves, 17 de octubre de 2019

AURORA, UNA ÓPERA ITALIANA LE CANTA A NUESTRA BANDERA


De “Palabras con historia”

Más de un siglo atrás, un lejano 5 de septiembre de 1908 nace, en lengua italiana la ópera «Aurora» - primera ópera nacional canta­da en el Teatro Colón - el día mismo en que abre sus puertas a la historia el magnífico coliseo argentina.



                             Prograna de la funcuión inaugural del Teatro Colón
 LA BELLA NIÑA Y EL SEMINARISTA
La pieza musical interpretada en el acto inaugural del teatro es la respuesta a una propuesta nacida en 1906, desde el gobierno argentino. Es presidente el cor­dobés José Figueroa Alcorta y se le en­carga al músico Héctor Panizza, un com­positor y destacado director de orquesta a nivel universal, nacido en Buenos Ai­res, la creación de una obra que sirva para exaltar los ideales patrióticos pensando ya en los festejos a organizar ante la no muy lejana celebración del Centenario de Mayo.
                           Tenor Amadeo Bassi, en el rol de Mariano

 El argumento sugerido al músico alude a un hecho dramático acaecido du­rante los sucesos de mayo de 1810 y tie­ne como escenario el Convento de la Com­pañía de Jesús, en Córdoba, según lo na­rra en un relato el escritor local Héctor Cipriano Quesada.
En el sacro convento transcurre la historia - de amor y trágica, como corres­ponde a toda ópera - entre Aurora, la hija del Gobernador y Jefe realista en la ciu­dad mediterránea, Ignacio del Puente, y Mariano, un joven y fogoso seminarista, patriota y rebelde, activo defensor de la causa independentista.
 
Tenor Tita Ruffo, en el rol de Ignacio del Puente
Un escritor italiano Luigi Illica es el encargado de volcar la historia en el guión sobre el que se apoyará la música de Panizza, artista formado en el presti­gioso Conservatorio Giuseppe Verdi, de Milán, ciudad en la que el argentino trans­currió parte de su vida, alternando con residencias en Buenos Aires, Rosario y Génova.
Siguiendo con la tradición operística, la obra debía llevar el nombre de la prota­gonista femenina y, en este caso, Aurora, nombre de la heroica protagonista signi­fica también, metafóricamente, la albora­da a la que se asoma la independencia nacional.
Mariano, el enamorado seminarista, al final del 2o acto y momen­tos antes del amanecer, entona un saludo «a la aurora que surge en el cielo de la Patria...», observa la figura de un «aquila»[1] que planea en lo alto y, en el «azzurro»[2] la imagina bandera.
El aria -interpretada en el debut por el tenor italiano Amadeo Bassi- emociona profundamente a los espectadores que reclaman un bis inmediato, exigencia que se repite en las sucesivas representacio­nes posteriores.
El fragmento musical queda allí señalado como la «Canción a la Bande­ra», aunque luego, simplemente, se la co­noce como «Aurora».
Cabe señalar, en el aspecto histó­rico, algunos errores cronológicos: la ac­ción es ubicada en un Convento jesuítico en 1810, cuando ya en 1767 los religiosos de la Compañía de Jesús habían sido ex­pulsados de estas tierras y, mal podría rendirse homenaje a la Bandera, cuando ésta recién es creada por Belgrano en fe­brero de 1812. Sí aparecen, en el desarro­llo de la trama, personajes históricos pun­tuales, como Santiago de Liniers y Mar­tín Miguel Güemes.
Por aquellos años la cultura argen­tina entera se ufanaba de ser europea, por lo que no causó asombro la adopción para inaugurar un teatro lírico, de una ópera en italiano, sin el menor atisbo en su me­lodía de aires criollos, ni siquiera america­nos.
AMANECE LA TRADUCCIÓN
Promediando el siglo XX y en re­organización el país tras la Revolución del 4 de junio de 1943, que derroca a Ramón S. Castillo, presidente constitucional, ocupa el sillón de Rivadavia el general Edelmiro J. Farrell. A su lado, como vice­presidente, el coronel Juan D. Perón.
Los principios nacionalistas de las autoridades en ejercicio son, quizás, la principal razón para encomendar la traducción de aquella obra musical que ha­bía dado origen -más de treinta años antes- a una canción patriótica surgida de un aria de la ya difundida ópera «Auro­ra».
Se le encomienda la tarea a Josué Quesada, letrista hijo de Héctor Cipriano Quesada autor del relato tomado como inspiración para la obra original y a Án­gel Pettita, compositor y poeta.
El resultado de la traducción - di­fícil para sostener la métrica y la melodía - no responde acertadamente al sentido pri­mario de los versos originales, no obs­tante lo cual es presentada oficialmente - también en el Teatro Colón-en la celebra­ción del 9 de Julio de 1945, con la presen­cia en la sala del Presidente y el Vicepresi­dente de la República.
La nueva poesía es aprobada por un público exultante y fervoroso, que pre­mia con aplausos entusiastas el vuelo de aquella águila guerrera, desconocida via­jera de nuestro cielo, que pronto pasa a convertirse, por decreto, en la canción oficial a interpretar en el momento de izar la Enseña Nacional, en los actos públicos y en todos los establecimientos escola­res del país.
La belleza de la melodía ha prevale­cido y aquellas voces argentinas que com­partieron el feliz advenimiento, a coro, saludan a la aurora que engalana el firma­mento, allá en lo alto.
DE LA PATRIA MÍA
Juan Sasturain, periodista y escritor argentino analiza el texto y busca explicaciones. Señala que la canción habla de un “águila guerrera”, ave antidemocrática (si las hay) y que no existe en el país, como tampoco existe en castellano una “aurora irradiale”, significando con la expresión la aureola de rayos del amanecer que, así como ilumina las cabezas de los santos, ilumina al águila. Desglosa de la misma manera otras expresiones tales1 como “il rostro d’or punta de freccia appare”[3] y califica de delirio traducir como purpu­rado cuello” la frase “il teso eolio e forma stelo...» [4] (Página 12 – 10/11/2008)
Alta en el cielo un águila guerrera,
audaz se eleva en vuelo triunfal,
azul un ala del color del cielo,
azul un ala del color del mar.
Así en la alta aurora irradial,
punta de flecha el áureo rostro imita
y forma estela al purpurado cuello,
el ala es paño, el águila es bandera.
Es la bandera de la patria mía
del sol nacida que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mia,
del sol nacida, que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida que me ha dado Dios.
H. Panizza Traducción: H. C. Quesada y A. Pettita
de “Palabras con historia” Año 16 – N° 185, junio de 2019-08-03 Graciela Linari
NOTAS

[1] Aquila: águila
[2] azzurro: azul
[3] rostro d’or punta di freccia appare: pico de oro aparece como punta de flecha...


[4 il teso eolio e forma stelo: el alargado cuello (del águila) forma el asta (que sostiene la ban­dera.