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viernes, 26 de junio de 2020

NADIE ACABARÁ CON LOS LIBROS

[…] aunque el libro elec­trónico, el e-book, se imponga al libro impreso, no podrá echarlo de nuestras casas y de nuestras costumbres por ninguna razón. El libro electrónico, en definitiva, n0 matará al libro. Más o menos como Gutenberg y su genial invención no eliminaron de un día para otro el uso del codex, ni este el comercio de los rollos de papiro o de los volumina. Las prácticas y las costumbres coexisten y no hay nada que nos guste más que ampliar el abanico de nuestras posibilidades. ¿Acaso las películas han matado a los cuadros? ¿O la televisión al cine? ¡Bienvenidos sean, pues, los soportes y los periféricos que nos aseguran el acceso, a través de una simple pantalla, a la biblioteca universal ya digitalizada!

La cuestión, más bien, es saber los cambios que la lectura en pan­talla provocará en ese objeto que hasta hoy hemos conocido única­mente pasando sus páginas. ¿Qué ganaremos con esos nuevos libritos blancos? ¿Qué perderemos? Costumbres anticuadas, quizá; una aureola de sacralidad de la que goza el libro en el contexto de una cul­tura que lo ha situado en el altar; una intimidad especial entre el autor y su lector, que la noción de hipertextualidad ciertamente pondrá en crisis; la idea de “broche” que el libro simboliza y, por supuesto, tam­bién determinadas prácticas de lectura. Al romper el antiguo víncu­lo entre los discursos y su materialidad - declaraba Roger Chartier con ocasión de su lección inaugural en el Collége de France -, la revo­lución digital obliga a una revisión radical de los gestos y de las nocio­nes que relacionamos con el texto escrito. Nos obligará, probable­mente, a profundas transformaciones de las que nos recobraremos.

“NADIE ACABARÁ CON LOS LIBROS”

Umberto Eco y Jean-Claude Carriere

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